GPS Senderismo Familiar Costa del Sol

28 julio 2006

Veleta y Mulhacén

Es la ruta más emocionante, épica y dura que he hecho, que me ha aportado un conjunto de sensaciones, situaciones y paisajes que jamás se olvidan. Pero la dureza de este sendero no radica en el trazado ni la dificultad del camino en sí mismo (creo que cualquier persona mínimamente preparada puede hacerlo), sino en la duración de dos días, y esta duración supone:
* llevar la mochila más cargada: saco de dormir, aislante, más agua y comida …
* dormir en un refugio a 3.000 metros de altura y andar la mayoría del tiempo por esta altitud, subiendo a la cumbre más alta de la península.
Salimos del Albergue Universitario –lugar también conocido por Hoya de la Mora– a una altitud de 2.500 metros, Inma y su marido Manolo (Los Condes del Trevenque), Robert ( El General de Bavaria) y Pepe (El Montaraz de Sierra Bermeja), a las 9 horas. Debajo de nosotros habíamos dejado un manto de nubes que cuando ya las veíamos de lejos en el camino a Sierra Nevada al clarear el día, no me llegaron a transmitir buenas sensaciones. Sin embargo, pronto se disiparon mis temores cuando al superar los 2.000 metros, el manto de nubes dejó ver las impresionantes cumbres de los tresmiles, llenas de sol y luz.
Inma y Manolo, los Condes del Trevenque, nos esperaban puntuales. La subida al Veleta nos llevó 3 horas. Esta primera parte de la ruta ya la conocen perfectamente todos mis compañeros del Comando Preston, ya que la hicimos este año. Caminábamos muy despacio para aclimatarnos a la altura y evitar problemas, pero hacíamos pocas pausas; sólo para beber de vez en cuando; un ritmo lento pero constante. Los nuevos acompañantes, Inma y Manolo aguantaban perfectamente el tipo. A 10 minutos de la cumbre recibo la llamada de Maite, que simultáneamente realizaba la subida al Hacho de Gaucín junto con los demás miembros del Comando. A ellos también les quedaba poco para coronar el Hacho. Las expediciones estaban en contacto, pero por poco tiempo; bajando del Veleta y justo al girar en la curva del Refugio de la Carihuela, la incomunicación es absoluta, primero porque ya no había cobertura y segundo por falta de batería en nuestros móviles. (Al final comentaré algo sobre mi móvil).
12’00 horas. En la cumbre del Veleta soplaba un fuerte viento helado, así que después de unos minutos y de contemplar brevemente el paisaje, tuvimos que bajar en dirección al Refugio de la Carihuela y buscar un abrigo en las rocas donde hicimos nuestra primera parada larga para comer (20-25 minutos).
Pues bien, dejando atrás el mencionado Refugio, se va abriendo ante nuestros ojos la zona más profunda y salvaje de Sierra Nevada, el paisaje más espectacular y hermoso que jamás he visto (aunque a lo mejor exagero):
* crestas y collados
* valles misteriosos
* tajos profundos
* glaciares
* lagunas perpetuas (este año con poco agua)
* ambientes casi lunares
* y por supuesto las moles de La Alcazaba (3.364 m.) y El Mulhacén (3.480 m.).
Hacemos la ruta la mayor parte del tiempo por el camino, amplio, que va a Capileira, pero hacemos dos atajos; uno a través de una senda que se va estrechando, tanto que hay que pasar de lado por un vasar de unos 15 cms por donde apenas nos caben los pies, y además tenemos que agarrarnos a unas cadenas que hay en las rocas. La filosofía de Robert es que si hay cosas difíciles y emocionantes, para qué hacer las fáciles.
Pasamos por el Collado del Lobo, los Crestones de Río Seco, la laguna de Río Seco y llegamos junto a la Loma pelada. Aquí y por segunda vez, abandonamos el camino a través de una fuerte pendiente para pasar por la laguna de la Caldera y llegar al Refugio del mismo nombre, a pie del Mulhacén, donde haríamos el vivac.
Tiempo desde el Refugio de la Carihuela hasta el de la Caldera: 3 horas y media.
Hacer noche en un refugio de alta montaña a 3.000 m. de altura, donde se conoce a bastantes montañeros e historias, es otra experiencia para mí única hasta ahora. Una de los encuentros más curiosos fue con un senderista (bastante novato creo) que parecía estar desorientado o sufrir el mal de altura, porque antes de llegar al refugio nos preguntó dónde estaba el Veleta, donde había autobuses de regreso y también nos dijo que tuviéramos cuidado con los ratones en el refugio ¿?.
Sobre las 4 horas de la tarde habíamos llegado al campamento base 1;
* comemos algo (no mucho, es curioso que con el esfuerzo y la altura la sensación de hambre es poca, no sé por qué);
* nos tendemos en el suelo y disfrutamos del ambiente de aislamiento, paz y tranquilidad que se respira allí;
* subimos al collado del Ciervo, donde la visión de la laguna de la Mosca a pie de la cara norte de La Alcaza y El Mulhacén es espectacular;
* finalmente preparamos los sacos, algo de comer, charlamos animadamente y planeamos nuestro objetivo: el ataque al Mulhacén.
Para ser sinceros el vivac también tiene su cara menos agradable, y la verdad es que no pegas ojo en toda la noche (aunque quizás sea la falta de costumbre). Oyes ruidos de todo tipo:
* ronquidos a derecha e izquierda,
* la gente moviéndose continuamente,
* el viento que soplaba fuerte durante toda la noche, moviendo la ventana y no sé qué objeto metálico,
* perros (había dos) sacudiéndose y aullando …
De este modo, a poco más de las 7 de la mañana estábamos en pie, como no, con el general de Bavaria al frente. Estaba un poco inquieto porque no había descansado bien y podía llegar a ser un laste para mis compañeros, pero pronto me confesaron que ellos tampoco habían dormido casi nada. Como había bastante gente y para evitar aglomeraciones subiendo, decidimos (a duras penas) desayunar en la cumbre; para colmo hacía un viento helador. Así que con sueño, hambre y frío, sobre las 8 comenzamos a atacar la cumbre del Mulhacén. Me vino a la cabeza la consigna de nuestro comandante Juani Amador, “HEMOS VENIDO A MORIR”, que sin duda se ajustaba perfectamente a aquella situación.
La subida es dura, con una fuerte pendiente y un desnivel de unos 400 metros; tardamos 1hora y cuarto … Y … AL FIN, ESTÁBAMOS EN TECHO DE LA PENÍNSULA, abrazando el vértice geodésico del Mulhacén y nos sentíamos las personas más “altas” y afortunadas. ¡¡El esfuerzo mereció la pena!!
Sin embargo en la Tierra de Mordor y con el poder oculto del Anillo, empiezan los primeros problemas serios; Inma (la condesa del Trevenque), no puede soportar el frío, está destemplada y falta de comida, así que se produce la primera baja; decide bajar rápidamente y Manolo la acompaña. Mientras, Robert y yo, seguimos haciendo fotos, saboreando y contemplando el imponente espectáculo que se divisa desde la cumbre. Cuando bajamos, la situación se vuelve dramática; Inma y Manolo nos informan de que se les ha acabado el agua, pensaban que habían echado tres litros más. Robert los tranquiliza porque lleva pastillas potabilizadoras en caso de urgencia, aunque afortunadamente con lo que le quedaba al General y a mí era suficiente.
Sobre las 12 y media iniciamos el regreso, justo por el mismo camino de ida. Sin novedades, con una duración de 4 horas, y a la llegada al Albergue un merecido refrigerio y descanso. Abrazos y caras de satisfacción.
AL DÍA SIGUIENTE:
Como llegué tarde a casa y por supuesto muy cansado, me olvidé por completo del móvil. A la mañana siguiente recargué la batería y descubrí muy gratamente que el buzón de mensajes estaba lleno, y tenía muchas llamadas perdidas. Todos eran mensajes de ánimo que no pude escuchar en su momento por falta de cobertura, y que eran –cómo no– de mis queridos compañeros del Comando, a los que agradezco inmensamente una vez más su apoyo.
José León
GPS Senderismo Familiar Málaga

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1 Comments:

  • Impresionante relato, a pesar de las dificultades que describes, al leerlo me ha entrado unas ganas locar de coger la mochila e irme a recorrer las tierras de sierra nevada que describes en tu relato, subir al Veleta, al Mulhacén, sentir el frío, las alturas, en fin, una pasada.
    Lo dicho, felicicdades por el relato y mil besos
    Delia

    By Anonymous Anónimo, at 7:01 p. m.  

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