GPS Senderismo Familiar Costa del Sol

20 agosto 2006

Ruta Poqueira-Mulhacén

Desde la Oficina de Información de Capileira, situada a la entrada de éste magnífico pueblo alpujarreño, el Servicio de Interpretación de las Altas Cumbres de Sierra Nevada (información y reservas en el teléfono 958 763486) (el número de teléfono en el año 2010 lo han cambiado: 958 763090 y 671 564406) facilita, en temporada veraniega, el acercamiento al refugio Poqueira y a la cumbre del Mulhacén, techo de la península Ibérica (3.483 metros) mediante un servicio de microbuses o autobuses, también llamados "lanzaderas".
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En el siguiente enlace desarrollamos la ruta:
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Agosto 2.006: al Mulhacén desde el Refugio Poqueira



Mi reencuentro con la montaña no podía haber sido más emocionante y espectacular. Después de varios meses de obligada ausencia de las sendas por enfermedad, volvía a ascender una cumbre, nada más y nada menos que el Mulhacén en Sierra Nevada...



La llegada al refugio de Poqueira al atardecer desde el Alto del Chorrillo nos brindó la oportunidad de contemplar una impresionante panorámica de la cara Sur de Sierra Nevada, entre otros, el Veleta, los Crestones de Río Seco, el Puntal de la Caldera y el falso Mulhacén. Y para la gran mayoría supuso conocer por primera vez la experiencia inolvidable de dormir en un refugio de alta Montaña a 2.500 mts. de altura...


Algunos de los miembros de la expedición en el Alto del Chorrillo. Al fondo el "falso" Mulhacén.





Este vértice geodésico del Mulhacén II está que se cae.





En la cumbre del Mulhacén.




Mi reencuentro con la montaña no podía haber sido más emocionante y espectacular. Después de varios meses de obligada ausencia de las sendas por enfermedad, volvía a ascender una cumbre, nada más y nada menos que el Mulhacén en Sierra Nevada.

Nuestro grupo senderista GPS había organizado una jornada montañera de dos días:
1er día, dormir en el refugio de Poqueira. 2º día, subida al Mulhacén.
Componentes de la expedición: Cristina, Diego, Ani, Paco, Oscar, Pablo, Alex, Nacho, Inma, Manolo, Maite y Pepe. –Se echó en falta a otros miembros del grupo–

La llegada al refugio de Poqueira al atardecer desde el Alto del Chorrillo nos brindó la oportunidad de contemplar una impresionante panorámica de la cara Sur de Sierra Nevada, entre otros, el Veleta, los Crestones de Río Seco, el Puntal de la Caldera y el falso Mulhacén. Y para la gran mayoría supuso conocer por primera vez la experiencia inolvidable de dormir en un refugio de alta Montaña a 2.500 mts. de altura.

Inma y Manolo, que salieron desde la Hoya del Portillo, llegaron dos horas y media más tarde. Nos asignaron una sola habitación justo con doce camas (seis literas –muy altas en opinión de Diego–), y tras dejar las mochilas nos fuimos a cenar a la entrada del refugio, ya anocheciendo; estampa increíble y casi irrepetible de ver como la alta montaña se va cubriendo de sombras mientras aparecen las primeras estrellas en una noche limpia.

Tras la cena y una animada conversación, nos dispusimos a contemplar las famosas Perseidas o lluvia de estrellas que suele tener lugar en estos días de agosto, en el cielo claro de Sierra Nevada. Pudimos ver algunas estrellas fugaces, pero no tantas como pensábamos, hasta que la luna menguante (pero bastante grande aún) y el cansancio nos llevó a las literas poco antes de la una de la madrugada.

Noche de inquietud en la que algunos no pudimos dormir bien, otros se levantaron a media noche, caso de Paco y Diego Sisí (que se fue a pasar un rato fuera bajo la luz de la luna). Algunos ronquidos…

Al día siguiente:
7’30 h – diana
8’15 h – desayuno (un poco escaso con demasiada bollería y galletas)
8’45 h – haciendo los preparativos
9’20 h – salida del refugio
Objetivo: Mulhacén.

Enseguida comienzan las dificultades (que no nos abandonarían a lo largo de toda la jornada). En la primera cuesta que sale del refugio, observo que Óscar está siendo atendido por Ani; las botas le producen una rozadura y anda con dificultad. Maite, que había salido un poco atrasada, hace un esfuerzo para conectar con el grupo y acaba pagándolo con los primeros síntomas de fatiga. Por primera vez –y no sería la última– le viene a la mente la idea de abandonar. Sin duda no es un buen comienzo. En este momento clave apenas iniciada la ruta, la ayuda de Diego fue inestimable, animando a Maite a seguir y a caminar a su ritmo lento. Así que agrupados Cristina, Maite, Diego y yo mismo, conseguimos tirar hacia delante y Maite pudo recuperarse.

Muy poco después llegaría el segundo problema. El gran grupo se rompe, tanto que queda dividido en tres:
1º– Por un lado Inma y Manolo, que habían decidido subir a la Alcazaba, se pierden monte arriba.
2º– Paco y Ani al mando de los cuatro chicos, Óscar, Pablo, Alex y Nacho, atajan por los hitos de piedra y abandonan el carril principal, lo cual hace que se salten el cruce que debían seguir. Finalmente se pierden. ¡Cómo no!, tratándose del Presi Paco, la pérdida está asegurada, aunque hay que decir que normalmente es una “pérdida controlada”. Este grupo sigue el carril equivocado que va desde Capileira al refugio de La Caldera. La ruta prevista era subir por la loma del Mulhacén, mucho más al este. (Supongo que tantas paellas veraniegas, playa, etc. le habrán jugado una mala pasada).
3º – Diego, Cristina, Maite y yo (Pepe), formamos el tercer grupo que prudentemente y para reservar fuerzas, seguimos por el carril.

Pero la alarma nos asalta enseguida. Estamos muy preocupados; un grupo afronta la durísima subida a La Alcazaba, y no sabemos si lo conseguirán. Con el otro grupo ya no tenemos contacto y puede que se hayan perdido, y para colmo nosotros vamos muy despacio. Las palabras que me dirige Diego en ese momento son inquietantes: “Esto se está complicando”.

Pero como ya he dicho anteriormente, las adversidades no dejaron de castigarnos. En esta ocasión Diego empieza a resentirse de la altura y decide subir por el antiguo carril. –con lo cual ahora estamos repartidos en cuatro grupos–, mientras Maite, Cristina y yo seguimos ganando altura por la loma del Mulhacén a través de hitos y sendas. Después de una pausa para comer me adelanto un poco para reconocer el terreno pues estamos en una zona de fuerte subida y grandes rocas y piedras. De esta manera formamos tres grupos un tanto peculiar, pues aunque caminábamos separados, no perdíamos el contacto visual.
1 – Diego (camina por el “falso llano” a la derecha)
2 – Maite y Cristina (me siguen por detrás)
3 – Yo

Después de unas tres horas de ruta, me paro para intentar un reagrupamiento y ascender juntos los últimos tramos hasta el Mulhacén II y seguidamente al Mulhacén. Pero cuál es mi sorpresa cuando veo aparecer a Maite sola y me comunica las peores noticias; Diego y Cristina abandonan. Sin duda la hora que teníamos reservado el autobús (4’30 h), y el ritmo que llevaban les hicieron sopesar la idea del regreso. Pero, como después me comentaron, lograron al menos coronar el Mulhacén II de 3.361 mts.

Nos surgen entonces los primeros dilemas y decisiones importantes: ¿Acompañamos a Diego y a Cristina? ¿Los dejamos solos? ¿Subimos al Mulhacén? ¿Tendremos suficientes fuerzas y tiempo para regresar y poder coger el autobús?...

Decidimos continuar y cuando llegamos al Mulhacén II, Maite está algo tocada. Es la tercera o cuarta vez que piensa en abandonar. Me vinieron entonces a la memoria las imágenes de los montañeros que tienen que desistir de la subida al Everest a poco más de cien metros de la cima –difícil decisión– (salvando las distancias por supuesto).

Animé a Maite a continuar y le dije que era una ocasión única de alcanzar el techo de la península, que estaba sólo a media hora de conseguirlo y que nos daría tiempo de volver y coger el autobús (aunque en el fondo yo mismo lo dudaba).

Cerca de abrazar el poste geodésico pudimos ver al grupo de Paco Ani y los cuatro chicos, que habían llegado aproximadamente una hora antes y que nos esperaban ansiosamente. Parece ser que durante la “pérdida controlada”, el Presi, con buen criterio, dejó la pista de Capileira y recortó hasta subir cerca del Mulhacén II (aunque algunos lo atribuyen a la iniciativa de los chicos).

Por fin pisamos la cumbre del Mulhacén. Las vistas y las emociones son espectaculares. La laguna de La Mosca y de La Caldera este año tienen más agua y de un color verde intenso. También tenemos una magnífica visión de Siete Lagunas y de toda la cuerda de los tresmiles de Sierra Nevada. FANTÁSTICO.

Pocos minutos después de nuestra llegada, el grupo de Paco y Ani inicia el regreso y va ya con la hora justa. Tenemos que bajar con ellos, pero …… Maite no puede. Le ha dado un bajón, tiene escalofríos, sin fuerzas; es imposible que de un paso, necesita recuperarse. Así que permanecemos casi una hora más en la cumbre. Pero era evidente que la situación iba a convertirse en verdaderamente dramática y desesperada. Sabiendo ya con seguridad que habíamos perdido el autobús, iniciamos el descenso con gran incertidumbre. ¿Habría plazas en el último autobús?, de lo contrario teníamos unas negras opciones: caminar cuatro horas más hasta Capileira, volver al refugio de Poqueira sin reservas, dormir al raso sin saco…????.

Afortunadamente había justo dos plazas libres en el autobús que nos llevo sanos y salvos hasta Capileira. Final feliz de la expedición.

Gracias a todos por esta fantástica ruta que hemos disfrutado como nunca, a pesar de las adversidades.

PD. A las nueve y media de la noche suena el móvil. Inma y Manolo nos comentan que acaban de llegar a la Hoya del Portilo. Nos dan la buena noticia de que han conseguido subir a la Alcazaba (3.371 mts.) Ha sido una ruta durísima de más de once horas, y apenas han disfrutado en la cumbre más de dos minutos ni del paisaje de Siete Lagunas. Están destrozados y tienen callos en los pies.

Pepe León
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