GPS Senderismo Familiar Costa del Sol

30 julio 2007

Caminando por lo más alto de Sierra Nevada: Mulhacén


Itinerario: Capileira – Alto del Chorrillo – Laguna de la Caldera – Mulhacén – Siete Lagunas – Chorreras Negras - Trevélez

Viernes, 28 de julio de 2.007
La primera avanzadilla del GPS llega a Capileira a media mañana, baño, comida, siesta y breve paseo por los alrededores. Al anochecer llegan más geperos, cena ligera, tertulia breve y a dormir temprano, mañana nos espera un día largo y duro, quizás el más duro al que nos hayamos enfrentado algunos de los que vamos.

Sábado, 29 de julio de 2.007
A las siete y media, después de un buen madrugón, llegan desde Málaga, los últimos geperos, con tiempo para desayunar con el resto.

A las ocho y media, un autobús del Servicio de Interpretación Ambiental de Altas Cumbres nos acerca al Alto del Chorrillo, desde donde comenzamos a caminar, sobre las 10,00, en dirección a la Laguna de la Caldera, dejando a la izquierda el camino que conduce al Refugio Poqueira y a la derecha, la senda que va ascendiendo por la Loma del Mulhacén, la que nos condujo a su cima el año pasado.

Un poco antes de las 12,00 llegamos a las inmediaciones del Refugio de la Caldera, en donde nos espera la parte mas dura de la subida a la cumbre del Mulhacén, una durísima ascensión realizada por el más fuerte del grupo (Oscar, con mucha diferencia) en apenas 50 minutos, en contraste con el último, que finaliza ese duro tramo en una hora y cuarenta y cinco minutos.

En la cumbre, todo son sonrisas, hasta los que más protestaban por el camino se le ve felices, las recompensas que nos ofrecen las montañas son enormes, la comida sabe mejor que los mejores platos que puedan servir en el mejor restaurante que pudiéramos encontrar, el gazpacho excelente, las vistas impagables, reconocemos lejanos lugares por los que el grupo ha transitado no hace mucho tiempo, hablamos por teléfono con los que no han podido subir por las lesiones acumuladas en docenas de veredas, echamos de menos sus aportaciones, la pasión que pone al otear el horizonte escrutando en el plano la ubicación de todos las montañas que se divisan en 360º.
También en la cumbre, Isabel, que ya ha llegado con el coche de apoyo a Trevélez, nos comunica una triste pérdida, el hijo de unos buenos y queridos amigos de Trevélez falleció en junio del pasado año. Desde allí, desde lo más alto de las montañas de Sierra Nevada, quisimos recordarle y lamentar el dolor de sus padres, Antonio y Angustias, a los que, en ese mismo momento, nos hubiera gustado abrazar y llorar con ellos la ausencia de su hijo.

Para bajar, en principio, teníamos dos opciones más o menos razonables, ambas cuidadosamente estudiadas en libros y planos, pero ninguna de ellas valió, un gepero temerario, amante del campo a través, de la aventura y de las desorientaciones, se lanzó alocadamente hacia abajo en la primera posibilidad que encontró, y los demás, aturrullados, sin saber muy bien como reaccionar y por no dejarle solo, nos aventuramos también tras sus pasos por pedregales casi verticales, directos a Siete Lagunas.

Todo esfuerzo tiene su recompensa, y en este caso, los padecimientos del rápido descenso fueron premiados al atravesar las verdes praderas de Siete Lagunas, un gran anfiteatro geológico formado por las moles oscuras del Mulhacén y la Alcazaba, donde el agua clara de las lagunas y los canales que las comunican son su principal protagonista.

Salimos del hermoso valle de Siete Lagunas por la laguna Hondera, para, ¡como no!, bajar directos por las espectaculares e impresionantes Chorreras Negras hasta el sendero que sigue bajando paralelo al río Culo de Perro, donde hicimos una breve parada para dar reposo a nuestras ya cansadas y doloridas botas.

A partir de este lugar, la bajada, se nos atoja algo pesada, desde la cumbre del Mulhacén hasta Trevélez el desnivel acumulado es de 2.000 metros y los músculos protestan ante tan inusual esfuerzo.

Sobre las 20:30’, ¡por fin!, llegamos al Barrio Medio del pueblo que presume ser el municipio más alto de la península Ibérica, el pueblo del jamón, Trevélez.

Después de una reparadora ducha y una buena cena, en la que tampoco faltó el gazpacho y la tertulia recordando los pormenores de la jornada, nos fuimos a dormir y a soñar con las hermosas imágenes vistas a lo largo del día.

Domingo, 30 de julio de 2.007
Pequeña y bucólica excursión al río de Trevélez, algunos remojones en sus heladas aguas, más gazpacho y vuelta a casa.


Oscar Alvarez Jiménez de Alhaurín de la Torre.

Foto del día: Atravesando Siete Lagunas

Califa Muley Hacen

Cuenta la tradición que califa Muley Hacen, padre de Boaddil, pidió a su amada Zoraya, que, a su muerte, le enterraran en las altas y lejanas cumbres de Xolair (actualmente Sierra Nevada). Cuando falleció, Zoraya cumplió su deseo y lo enterró, junto a un gran tesoro, en lo más alto de la sierra, en la montaña que aún hoy lleva su nombre, Mulhacén.

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20 julio 2007

Mulhacén 2.007: opciones

Cautivados por el embrujo de la belleza áspera y brutal de las altas cumbres de Sierra Nevada o quizás, atraídos por el hechizo del fantasma del rey moro que yace enterrado en la montaña que lleva su nombre o, simplemente, porque nos gusta caminar mientras nuestra mirada se pierde en el horizonte, sea por lo que sea, nos preparamos para volver, un año más, al Mulhacén.

Estudiando posibilidades en mapas de la zona, para subir desde Capileira y empezando la caminata desde el Alto del Chorrillo, tenemos dos alternativas:

a) La tradicional, siguiendo el sendero que asciende por la Loma del Mulhacén.

b) Seguir el carril que, pasando por los Tajos Negros, nos llevaría a enlazar con el sendero que asciende vertiginosamente a la cumbre del Mulhacén desde la Laguna de la Caldera.

Y para bajar a Trevélez, también encontramos dos posibilidades:

a) Descender por el sendero de la cara sur en dirección a la Loma del Tanto y que conecta con el viejo y ya perdido carril que subía desde Capileira hasta el Mulhacén para, en una curva muy pronunciada a la derecha, girar a la izquierda y tomar una senda marcada con hitos de piedra que nos debe conducir al hermoso valle de Siete Lagunas.

b) Según indican algunos planos, parece ser que desde la cumbre del Mulhacén se puede conectar con el sendero que comunica Siete Lagunas con la Alcazaba.

Chorreras Negras

Una vez en Siete Lagunas, saliendo por el desagüe natural de la laguna Hondonera, las llamadas Chorreras Negras, debería ser fácil llegar hasta nuestro destino: Trevélez y una fuente de conejo y otra de choto en el bar restaurante Castellón.

Os agradeceríamos cuantos comentarios, sugerencias o recomendaciones podáis facilitarnos: “libro de comentarios

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17 julio 2007

Volvemos a Sierra Nevada

Nos cuentan historias de presos encadenados que, a ritmo de latigazos, por cuestas sin aliento, eran conducidos paso a paso desde Granada al puerto de Almería, donde debían pagar sus horrendos crímenes en galeras…

… nos hablan de puentes sobre ríos bravíos, de refugios abandonados, de otros bien conservados con aspecto de cucaracha, de cielos tejidos con millones de luminosas estrellas, de vistas que te dejan boquiabierto al contemplar las altas cumbres nevadas de la Alcazaba, el Mulhacén y el Veleta…

… nos cuentan leyendas sobre lagunas profundas que se comunican con el mar, Chorreras Negras, Cuevas Secretas, veredas mineras, castaños centenarios que dan cobijo al caminante, minas abandonadas, santuarios religiosos donde se reza a Dios a principios de agosto, todos los años, desde lo más alto de la península Ibérica, justo en el mismo lugar donde fue enterrado aquél rey nazarí que perdió su reino por el amor de una cristiana…

… relatos que nos embrujan y atrapan, provocando que nuestro corazón salte del pecho y nuestra alma vuele directa hacia las hermosas montañas de Sierra Nevada.
Pronto ...
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03 julio 2007

Caños de Meca: Sendero del Acantilado






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Barbate - Caños de Meca
Hacía ya algún tiempo que estaba en nuestros planes hacer esta ruta por el Parque Natural de La Breña y Marismas de Barbate. Pues bien, sin posponerla más tiempo, este sábado pasado, poco después del mediodía, nos dimos cita un nutrido grupo de personas venidas de distintos puntos de Málaga: Ani, Paco, Óscar, Pablo y Sancho (aunque es un pastor alemán, tiene casi rasgos de persona); Mª José, Rafa y Alejandro; Isabel, Diego y Cristina; Maite y Pepe.

La ruta incluye unos espectaculares acantilados, arena fina, bosques de pinos, dunas, torres almenaras y unas vistas impresionantes sobre el Atlántico, la costa gaditana y África. Está enclavada en el espacio natural protegido más pequeño de Andalucía — 2.597 hectáreas. Parece ser que, pese a la sequedad de la superficie, el subsuelo está horadado por canales subterráneos que vierten sus aguas por caños o manantiales hacia los acantilados atlánticos (de ahí el nombre del pueblo, Caños de Meca). Es un bonito paseo a través de un sendero que discurre paralelo a la playa, y el itinerario es normalmente fácil, de unos 6 kms. de trazado lineal en el que se invierten algo más de tres horas.

Pero nadie sospechaba que este fácil paseo iba a convertirse en una dura prueba de resistencia y adversidades. Empezamos a andar sobre la una; en pleno mes de Julio y con el sol cayendo a plomo en estas horas centrales del día, fue el primero de los avisos de que algo podría ir mal. A la hora de acompañar a mis amigos desde el inicio del sendero, mis ya típicos problemas y lesiones de espalda, me obligan a dar media vuelta y hacer de coche “escoba”, es decir, ir de Barbate a Caños de Meca y recoger a los miembros más cansados o llevar a los conductores de vuelta a Barbate para recoger los coches.

Mientras, los demás continúan la marcha. Coronado el primer trecho se encuentra un molino abandonado, levantado a principios del siglo XX para aprovechar el agua dulce de los caños. Doscientos metros después se halla una casa derruida, la vieja vivienda de los molineros, junto a unos puestos abandonados para la vigilancia de la costa. El camino continúa su ascenso, aunque es prácticamente inapreciable por la suavidad del terreno y por el paisaje que desde él se contempla. A la izquierda quedan los barrancos y desfiladeros, los afilados acantilados cuya caída libre oscila entre los setenta y cien metros de altura. A la derecha se extiende el infinito pinar. Más adelante se divisa la Torre del Tajo, el emblema histórico del parque natural; es un torreón restaurado, desde cuyas almenas se otearon entre los siglos XVI y XVIII los confines marinos. En este punto se hace la pausa para comer.

Un pequeño paseo conduce hasta un mirador al borde del acantilado, no apto para los que padecen vértigo, pero sí para los amantes del paisaje más puro y descomunal. En días claros se puede ver la costa marroquí, desde Tánger al Yebel Musa; a la izquierda el cabo y faro de Trafalgar, y a la derecha la bahía de Zahara de los Atunes.

La imponente altura de los acantilados ha inspirado leyendas de amantes despechados o de barcos encallados entre las afiladas rocas del fondo, cuyos espíritus aún vagan por la noche estrellada de Barbate.
Camino ya de Caños de Meca en suave bajada, asoma el mítico Cabo de Trafalgar, testigo de la legendaria batalla que enfrentó en 1805 a las tropas inglesas, capitaneadas por Nelson, contra los barcos de la alianza franco-española.

Llegados al final de la ruta en Caños de Meca, nos damos un merecido refrigerio en forma de baños y chapuzones en la playa — hay que reconocer que las playas, arenas y aguas del Atlántico tienen algo especial.

Después del descanso y del remojón, se reúne el consejo para decidir cuáles serían nuestros siguientes pasos. Se propone visitar el Cabo de Trafalgar. Pero a partir de aquí nos acontecieron una cadena de errores y mala suerte, que pusieron una nota de aventura a lo que en principio iba a ser un día tranquilo:
1- Por un lado el grupo se dispersa; unos van por la playa y otros por la carretera (esto me recuerda a la derrota de la batalla de Trafalgar, ante la descoordinación de las naves hispano-francesas).
2- No llevan agua; el calor aprieta.
3- La distancia hasta el cabo es engañosa; hay más de una hora y las huestes están gravemente mermadas por el calor y la falta de hidratación.
4- El coche – en el que yo tenía que recogerlos en el cabo–­ se avería. Tengo que llamar a la grúa… Se prevé una dura vuelta de más de tres horas hasta Barbate. Después de varios intentos –pues la mayoría habían dejado la mochila en el coche –, consigo hablar con Diego por teléfono, y comunicarle la situación, que es bastante complicada.


Finalmente todo se arregla. Se consigue, no sin dificultad, reagrupar a los miembros, y la grúa consigue arrancar el coche. A medio camino entre los Caños y el cabo, contacto con el grupo (bastante fatigado y sediento), y llevo a los conductores a recoger los coches en Barbate.

Decir, por último, que junto a la playa de Trafalgar se pudo ver una tortuga gigante muerta, quién sabe si presa de las redes de algún barco, de las corrientes, o tal vez de la contaminación.

Fue una jornada inolvidable donde se aunaron senderismo, turismo, “actividades acuáticas” y convivencia.

Pepe León


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